lunes, 10 de agosto de 2015

Crítica teatral COMO OVEJAS Y LOBOS, Por Jaques de la Brioche


Como ovejas y lobos

JULIO 31, 2015 JAQUES DE LA BRIOCHE

Obra: Como ovejas y lobos
Género: Drama simbolista silente


“Harmlessly passing your time in the grassland away 
Only dimly aware of a certain unease in the air” 






Era una noche oscura y tormentosa. Un trío de ovejas son resguardadas en una cabaña de los peligros externos por un cazador a quien obedecen, aunque no de manera sumisa aún. Mientras él se va de cacería, ellas se enseñan mutuamente conductas para reforzar su aislamiento y sobrepasar el aburrimiento. Cuando el cazador regrese, traerá consigo a otra alma descarriada, quien será la causa de que ingrese el mal al hogar, subvirtiendo el orden establecido. O quizás ya existían grietas anteriores de convivencia, que ante la nueva situación el rebaño lo aprovechará como válvula de escape. Sólo Dios sabe, pero es mudo. 


Ha sido llamativo reencontrarse con Como ovejas y lobos después de su primer estreno hace tres años. Entre medio la compañía Mario, Luiggi y sus Fantasmas creó otra obra, Asustan un niño, donde continuaron su investigación escénica a partir de cuentos infantiles pero montados bajo un prisma que escudriña sus oscuridades latentes, con una puesta en escena que prioriza lo visual y sonoro, descartando o disminuyendo la significación de las palabras. Los resultados de esa búsqueda se aplicaron en esta nueva versión y la sensación es similar a escuchar el disco remasterizado de un banda musical: la obra en esencia es la misma, pero ahora tiene una atmósfera más afinada en diseño y sonido, ambos aspectos relevantes para este trabajo. 


Esta exploración perceptual de la compañía es muy wilsoniana (en referencia a la estética del director teatral estadounidense Robert Wilson). Hay otras compañías con las que me surge el mismo adjetivo: En la obras de Tercer Abstracto (Bermuda Atacama) me aparece por la estructura rítmica de sus montajes, mientras que Lafamiliateatro montó una carta de amor declarada (Cuando Juana conoció a Robert Wilson) de la cual después aplicó su aprendizaje en cuestionamientos comunicativos más realistas (todas las aves, Niña Astronauta). Además entre estos 3 grupos hay otro denominador común más: la influencia, en distintos grados, de Manuela Infante (Teatro de Chile), quien ha asistido a las residencias artísticas de Wilson. Por lo tanto, se establece una indagación representacional bastante compartida. 


Otro punto clave wilsoniano es la presencia del humor; sobre todo en una historia trágica, pues la potencia por contraste. Acá ese requerimiento se permea desde el detalle más surrealista (una invocación escamosa de Bobby McFerrin), hasta la cuidada cinética corporal de los intérpretes como animales antropomorfizados; mediante lo cual se devela la bestialidad de ciertos comportamientos humanos pero con una paciente sutileza, sin la necesidad de caer nunca en lo grotesco o lo obvio. Gracias a esta contraposición armoniosa es que la obra logra capturar la atención, tensar y hasta estremecer con una crepuscular fantasía silenciosa. 


Funciones: Jueves a sábado, 21:30 horas. Del 3 de julio al 1 de agosto, en Centro Cultural Estación Mapocho (Metro Cal y Canto). 


Ficha artística: 

Dirección y dramaturgia: Ariel Hermosilla. 
Asistente de dirección: Manuel González. 
Elenco: Stephanie Ayala, Catalina Covarrubias, Paulina Pavez, Manuel González, Camilo Fernández, Nancy Gómez. 
Voz: Cristián Carvajal. 

Diseño integral y gráfico: Daniela Portillo. 
Asistente de diseño: Paulette Aguad. 
Diseño gráfico: Solange Saavedra. 
Universo sonoro: Ariel Hermosilla. 
Realización de máscaras: José Farías. 
Realización escenográfica: Cristóbal Ramos y Cía Mario, Luiggi y sus Fantasmas. 

Producción: Alejandra Escobar y Mario, Luiggi y sus Fantasmas. 

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